Monday, November 15, 2010

La historia de la humanidad (aka Mi exposición del viernes)

La historia de la humanidad -compleja, variable, infinita pero también circular- tal vez puede ser sintetizada en un capítulo de “Gargantua y Pantagruel” o en un soneto de Shakespeare o en un dialogo platónico.

Hombres de las más excéntricas geografías, confiados en la ejecución de, lo que ellos creen, sus albedreicos destinos, repiten quizás sin saberlo el accionar de un anónimo parado en el fondo de un cuadro de Seurat. Filósofos anarcoapocalípticos con sueldos elevados pagados por universidades de moda, en un alarde de genialidad reescriben ingenuamente quizás las discusiones alcohólicas de un grupo de egipcios antes de volver al trabajo. Farsantes cineastas millonarios filman lo que tal vez ciertos mayas inspirados relataban a sus hijos para colmar su aburrimiento tropical.

Tal vez todo ha sido ya vivido. Tal vez la historia de la humanidad sea la reproducción cada vez menos fiel de un único y glorioso Acontecimiento pretodo que se diluye con el correr de las horas. Tal vez.

Un día a un filipino delirante y pretencioso se le ocurre hacer una película que arranque con una plano secuencia de 45 minutos de un tipo caminando. Varios años después un argentino delirante y pretencioso de su misma edad se le ocurre pasar esos 45 minutos en una clase universitaria. Cada uno a su manera escribe y reescribe la historia. Cada uno a su humilde manera subvierte por un rato un orden canónico. Cada uno a su manera es feliz.

Esos hombres con sus confusas y heterogéneas biografías son, quizás sin saberlo, uno. Tal vez.


Friday, June 04, 2010

Friday, April 23, 2010

La Jetée (Chris Marker, 1962)

















¿Es cine? ¿Importa? En los sesenta donde todavía circulaban las preguntas sobre la ontología y la supuesta especificidad del cine aparecían sin embargo cosas como esta, una “photo-roman” (fotonovela) con una serie de imágenes increíbles, un relato ajustadísimo en la línea Borges-Bioy (influencia innegable de muchos de los autores franceses más interesantes de la época) y que además prefigura de algún modo a “12 Monos” de Terry Gilliam 30 años antes. Cada fotograma es pura magia que te hace considerar la posibilidad de nunca más volver ver cine contemporáneo.

Thursday, March 11, 2010

Woman is the Nigger of the World

Se ha dicho de “Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles” que es la obra maestra o definitiva del feminismo. Ante una sentencia así uno esperaría una película llena de exhortaciones, frases y consignas dirigidas a la toma de conciencia, la rebelión y la independencia femenina. Nada más alejado de lo que presenta Chantal Akerman en su film.

Roland Barthes en “El Placer del Texto” planteo la dicotomía de Textos de Goce/Textos de Placer, siendo el primero a aquel que pone en estado de perdida, desacomoda, hace vacilar los fundamentos históricos, culturales, psicológicos del lector, la conciencia de sus gustos, sus valores, poniendo en crisis la relación con el lenguaje, y aburriendo incluso. "El texto de goce no satisface los requisitos del placer fácil demandado por la economía del mercado, leerlos puede rozar más el aburrimiento que el disfrute". Y “Jeanne Dielman” es claramente una película de goce.

Muy interesante y audaz la idea de Barthes de revalorizar el concepto de aburrimiento con parte integral de la obra de arte, a partir de esto él no intenta justificar cualquier bodriazo, sino que lo hace para considerar una obra en todos sus aspectos y poner foco sobre un aspecto omnipresente en toda obra y que nadie se atreve a mencionar: toda obra aburre aunque sea un poco. Y es que “Jeanne Dielman” aburre, y si se hace por momentos intolerable, es porque justamente la vida, la realidad es intolerable, aburrida, especialmente para las amas de casa. Jeanne Dielman despierta, prepara el desayuno, despierta a su hijo, lava la vajilla, ordena la casa, hace la cama, prepara el almuerzo, toma un té, sale de compras, limpia. ¡En tiempo real!.

Akerman se opone a la idea del arte como una forma de escapismo, ella sabe, como decía Lukacs, que las verdaderas obras maestras son las que están comprometidas con su tiempo, las que toman posición sobre los grandes fenómenos de su época, las que nos hablan de la alienación cotidiana y nos hacen reflexionar, lo interesante es que justamente a pesar de ser filmada en 1976 la película sigue vigente, volviendo universal a su critica.

Decía, acá no hay nada explicito, Akerman deja que la forma hable, pero no a través de lo estético o lo retórico, ella se vale del tiempo, ella deja que el tiempo corra, fluya y que este hable. Esta forma brutal de mostrar un día cotidiano de un ama de casa hace detonar todas las representaciones y estereotipos presentes, hace que vivamos un día entero en los zapatos de otra persona y que experimentemos lo que ella experimenta.


















Vuelvo: Jeanne tiene una doble vida, en una limpia la casa, hace las compras, cocina de forma inmutable y sistemática. En su otra vida se prostituye diariamente en su casa para poder solventar los gastos de su familia. Pero una y otra vida es la misma, ella lleva este lado oscuro –al principio- de una forma completamente ordinaria, la cumple con la misma mecanicidad con la que cocina las milanesas (posta). Pero sin embargo en un momento al final del segundo día tras acompañar a uno de sus clientes, se produce un quiebre prácticamente imperceptible en ella. No hay grandes revelaciones o indicios que nos permitan saber un cambio significativo, solo un frasco destapado, una luz que se olvido apagar, las papas que se olvido comprar, y una cuchara que se le cae de las manos. Pero esto traerá consecuencias.

“Jeanne Dielman” es como la versión fílmica de todas las ideas Virginia Wolf, aquí no hay nada del feminismo “romántico” de “La sonrisa de Mona Lisa” y derivados hollywoodenses, la rebelión y procesión van por dentro. La vemos vacilar mientras pela las papas o introspectiva haciendo tiempo en un sillón, y nos preguntamos en que piensa? qué pasa por su cabeza? En otra película uno esperaría que ella tome conciencia de la opresión, del tedio de su rutina, del mandato injusto de un sistema social de cientos de años, pero aquí tranquilamente puede que este simplemente repasando mentalmente la lista del supermercado. En todo caso esa incapacidad para notar las representaciones fijadas por años y años, se transforma en violencia, en una silenciosa y progresiva violencia.

Otra cosa que me pregunto es a quién esta dirigida la película de Chantal Akerman? Si hacemos una separación grosera entre el publico femenino uno puede pensar que una ama de casa difícilmente asista a una película de 200 minutos, lenta, “sin historia” y que además la refleja de un modo descarnado, y por otro lado a las mujeres cultas, cool y sofisticadas que miran esta clase de película no les hace falta ver una película de tres horas para llegar a una conclusión que ya sabían o intuían. A los hombres entonces? Puede ser, pensemos también en el contexto en el que fue producida la película, esta funciona claramente como una crítica al sistema social imperante, y es tal vez justamente en el hombre en el que puede (o pudo) hacer más mella, el que da por sentado a aquella figura omnipresente y querida que en este lado del mundo llamamos la “vieja”.

Todavía no decidí si es una gran película o no, sé que no volveré a verla pronto, pero como decía Roland Barthes “estar con quien se ama y pensar en otra cosa: es de esta manera que tengo los mejores pensamientos, que invento lo mejor y más adecuado para mi trabajo. Ocurre lo mismo con el texto: produce en mí el más adecuado placer si llega a hacerse escuchar indirectamente, si leyéndolo me siento llevado a levantar la cabeza a menudo, a escuchar otra cosa”.

Monday, March 08, 2010

Silvia Prieto (Martin Rejtman, 1999)













-Hoy soñé que tenia tus uñas postizas y que me cortaba la yugular
(…)
-Donde esta la yugular?
-No sé
-Pero si me dijiste que lo soñaste
-Debo haber soñado la palabra.

Friday, February 19, 2010

Después de ver “El Acorazado Potemkim” (1925) de Sergéi Eisenstein me hizo un poco de ruido -para no decir que me molesto- encontrar en RYM la película bajo el género de “Propaganda Film” -idea que igualmente intuía de antemano. Rechazo la idea de asignarle este término a Eisenstein (o a Griffith o a Brecht) y la concepción que se tiene del film de propaganda en general.

Me propongo marcar algunas diferencias y buscar alguna clase de definición:

El término propaganda conlleva en mi cabeza una serie de connotaciones despectivas de las que no puedo separar ni abstraerme. Cuando la escucho o leo pienso inmediatamente en Goebbels y en “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”, pero también lo asocio con uno de sus sinónimos (aunque cada una tenga sus particularidades y diferencias): la publicidad televisiva. En definitiva, el mal.

Una película nunca es (o debería ser considerada) de propaganda si sus fines son nobles, si lucha por el bien, una película humanista nunca puede ser de propaganda. Las películas nazis en todo si son de propaganda, por que su motto es la instauración, perpetuación y abolición del otro. Ideas despreciables que solo pueden ser consolidadas a través de la repetición.



















Decir que una película es de propaganda es negarle la voluntad y libertad creadora al autor, es subordinar el talento del director a una operación automática, mecánica, a considerarla como mero mensaje, la película como medio no como fin.

Esto lleva a la eterna discusión del arte y el panfleto. Una cosa es simpatizar con un partido y otra cosa realizar una película por encargo del gobierno. Una cosa es Pontocorvo filmando “La Batalla de Argelia” y otra cosa es “El Triunfo de la Voluntad” (que todavía no vi).

En estos términos -que repito: rechazo- una gran parte de las obras de la historia puede ser consideradas de propaganda de algo: “La Eneida” es propaganda del imperio romano, Da Vinci del catolicismo, Pino Solanas del peronismo, Brecht del marxismo, “Top Gun” propaganda del ejercito de EEUU y básicamente todo Hollywood propaganda del estilo de vida capitalista.

Cuando miro “El Acorazado Potemkim” me emociono con la secuencia de “la escalera de Odessa”, con la fuerzas de sus imágenes, con la potencia de un relato que tiene 90 años; yo vivo en Argentina en el siglo XXI, la revolución zarista y el futuro del leninismo solo me importan desde una perspectiva histórica, que voy hacer con esa información, con “la consigna”? matar a Macri?

Una película en todo caso deja de ser de propaganda (si alguna vez lo fue) después de cierto tiempo y dentro de cierto contexto. La propaganda es puro presente y Eisenstein filmaba para el futuro, para la posteridad.

Tuesday, January 26, 2010

Hace falta leer a Coehlo para poder decir que es una mierda?




















Debe uno leer Agatha Christie, Corin Tellado, Isabel Allende, Dan Brown, Paulo Coehlo aunque sea un libro de cada uno para saber de que se tratan? Para no quedarse afuera de la referencia? Para saber de primera mano aquello que critica?

Debe leerlos aunque sea en plan contrastivo de la buena literatura, o en todo caso como descanso de aquella? (En todo caso hay que preguntarse si se puede vivir consumiendo obra maestra tras obra maestra)

Yo no lo creo necesario.

En los casos del cine y la música podemos negociar que si, esto lleva generalmente una o dos horas, no acarrea una gran “perdida” de tiempo, además después de una película de Bergman o Resnais, mirar una hollywoodense más que un descanso es una necesidad.

Pero leer un libro es todavía una actividad que lleva tiempo, justamente en esta época que se especializa en el consumo rápido, descafeinado and move on, leer sigue siendo una actividad casi anacrónica y subversiva.

Además cuantos libros se leen por año? difícilmente he leído más de 25 libros en un año (sé que es un número bajo comparado con otra gente), y en estos años de facultad la cuenta llega rasposamente a 10 o menos.

Oscar Wilde decía que en lugar de una lista con los “Títulos que hay leer” (los must), había que hacer una lista de los “libros que no había que leer”, para ahorrarnos tiempo y desilusiones.

Mi lógica en este punto con quienes he hablado del tema es incuestionable: uno nunca va a alcanzar a leer todo lo que quiere, para que detenerse en leer algo que uno sabe que no le va a gustar, porque quitarle tiempo a otras obras más importantes.

Cuando tendremos tiempo de leer los siete volúmenes de “En Busca del Tiempo Perdido” de Proust o “The Decline and Fall of the Roman Empire” (el libro por excelencia para el ser sin vida social según Rory Gilmore)? por decir algunas de esas obras magnánimas e hiperbólicas de la historia de la literatura, si nos la pasamos leyendo aquellas obras que en un 99% de los casos confirmarán nuestras hipótesis/prejuicios iniciales. Vale la pena todo por ese 1%?

Thursday, January 14, 2010

¿El lugar más erótico de un cuerpo no está acaso allí donde la vestimenta se abre? en la perversión (que es el regimen del placer textual) no hay "zonas erógenas" (expresión por otra parte bastante inoportuna); es la intermitencia, como bien lo ha dicho el psicoanálisis, la que es erótica: la de la piel que centellea entre dos piezas (el pantalón y el pulóver), entre dos bordes (la camisa entreabierta, el guante y la manga); es ese centelleo el que seduce, o mejor: la puesta en escena de una aparición-desaparición.

No se trata aquí del placer del strip-tease corporal o del suspenso narrativo. En uno y otro caso no hay desgarradura, no hay bordes, sino un develamiento progresivo: toda la excitación se refugia en la esperanza de ver el sexo (sueño del colegial) o de conocer el fin de la historia (satisfacción novelesca).

"El placer del texto", Roland Barthes.

Monday, January 11, 2010

Prejuicio, ya se, pero no tengo particular afecto por la cultura mexicana. Sus bandas de rock, sus series, sus películas (temo que "Amores Perros" envejecio particularmente mal, aunque hace mucho que no la veo), su arte en general. Con respecto a la música, no recuerdo ninguna canción de un grupo mexicano que haya por lo menos llamado mi atención, pero hace poco en un raid zappinero a la madrugada me encuentro con este video:



El blanco y negro, la chica, esos ojos, esas piernas, esas zapatillas blancas, ese lunar en el mentón. Pero también la guitarrita, esas primeras estrofas tan deliciosamente cantadas, ese delicado y casi impercitible sinte que aparece. Luego se pierde un poco, pero esta muy bien.

Ah, la banda se llama Zoé y el tema "Poli" (los nombres de mujer siempre garpan en las canciones, Zach había entendido esto a la perfección)