

Con Nick Cave me pasó mas o menos lo mismo que con Sonic Youth, Flaming Lips o Spacemen 3 y sus múltiples diversificaciones, lo poco que había escuchado siempre me había gustado, entonces cuando llego la oportunidad baje cuanto disco que existiera que tuviera su nombre. Aunque me gusta mucho más el lado más sanguíneo de su música (Birthday Party, primeros discos con los Bad Seeds), es difícil que alguno de sus otros discos supere este clásico. Un piano, alguna que otra batería y una guitarra rítmica en el fondo y no mucho más. Pero quien necesita más cuando las melodías son tan redondas y la voz de Nick Cave se te mete en la cabeza, mientras el canta como le han roto el corazón de mil diferentes maneras.

Siempre llega el momento de un artista veterano y ya un poco liquidado en el que trata desesperadamente de aggiornarse, pero epa este no es el caso de Bowie que viene renovándose (suena tan Madonna esa frase) desde los 70 y al que poner su voz para una canción folk, funk o electronica (en este caso) no le resulta tan distinto, es mas siempre se sobrepone con naturalidad. Bowie ya había incursionado sin mucho éxito en la electrónica con Outside, disco que tenia muy buenos temas pero comparado con este, parece un disco evidentemente menor. Pero la clave aquí es la incorporación del que era en su momento uno de los gurues de la electrónica: Trent Reznor, quien venia de sacar grandes discos con su banda NIN y de inventar a Marylin Manson, y acá la vuelve a pegar, un disco que tiene ruiditos y ganchos por todos lados, y que por momentos me hace acordar de los mejores temas de Primal Scream, en los que no sabes donde terminan las maquinas y empiezan las guitarras. Tal vez el mejor disco de Bowie desde su etapa cocainomana.

El primer disco que escuche de The Fall fue The Wonderfull and Frithgtening World of y al principio dije “he, nada del otro mundo” pero es una banda que con las repetidas escuchas te va enganchando, no es Joy Divison, P.I.L. o Wire pero tienen una personalidad propia bien definida que gusta o no gusta, es contundente, sus detractores dirán que todas las canciones y todos los discos son iguales y a los que les gustan dirán ¿y? no lo niego, yo no todavía no sabría identificar un tema de otro y tampoco encuentro grandes diferencias entre los discos, pero si estos están buenos, que problema hay, ya lo dijo John Pell “siempre iguales, siempre diferentes”. En este disco -que hasta donde yo se no es en vivo- hay dos cosas que saltan rápidamente a la vista (o al oído en este caso) lo bajo del volumen general y lo arriba que esta la voz de Mark Smith comparado con el resto de los instrumentos, y me parece que es una decisión mas que correcta, la banda es Smith, esta gira en torno a la figura de él, que canta como un hooligan borracho, mientras la banda toca con un estilo entre limitado y urgente, precisamente eso es lo que hace a el y a la banda tan querible.

Que caranchos hace este disco acá se estarán preguntando, yo mismo me lo hubiera preguntado hace un tiempo. Hay pocos ambientes más prejuiciosos que el de la música, todos opinan sobre todo y se critica muy generalmente lo que se desconoce, es así que cuando uno quiere odiar una banda encuentra siempre la quinta pata al gato para ratificar su sentimiento, eso me pasaba con El Otro Yo (y con casi todo el rock argentino). Pero una vez que me entere de que entre los gustos musicales de los hermanos Aldana se encontraba Sonic Yout, Pavement, Pixies, My Bloody Valentine, Peaches, Ween, los empecé a mirar con otra cara. Y todo aquello que antes me molestaba paso a ser solo un detalle y me concentre los aspectos positivos de la banda. Que querien que les diga, lo banco a El Otro Yo, especialmente por una cosa, por que hizo lo que siempre me sorprendió que las bandas punk locales (todo el rock argentino en realidad) no hicieran: evolucionar. En este disco (el quinto oficial de la banda) tal cual lo dice su nombre a partir de acá se abrió un mundo de posibilidades tanto a lo relativo a ventas, convocatoria, giras y principalmente en lo sonoro, por que para este disco se incorporo el tecladista Ezequiel Araujo, que introdujo ruiditos y otra manera de componer para la banda, al cual se le nota una desaceleración del tiempo y una búsqueda mas pop en la mayoría de las canciones y que termina logrando para el contexto de Argentina un gran disco.
See you next time.
1 comment:
Sí... me pasa lo mismo con las bandas del Rock Nacional, generalmente tiendo a prejuzgarlas y por ahí, en contadas ocasiones, me pasa que hay algo que me hace cambiar un poquito de opinión, que en realidad no eran tan malas como parece. Igual, no creo que me suceda eso con bandas tipo Intoxikados, la 25 o Pier.
Ese CD de EOY sin dudas es el mejor de la banda, Abrecaminos, estoy muy de acuerdo con tu punto de vista esta vez :)
Bueno me voy a leer Palahniuk, te aviso que no está cumpliendo con mis expectativas
Salud!
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